Todavía quedan días de calor, para esas tardes de té/café y “Rosquillas”… pero vamos a ir adelantando la receta de este clásico de la repostería española, que tantos recuerdos nos traen…
Como toda receta clásica que se precie, tiene mil y una variaciones, nosotros – como siempre – te daremos nuestra versión.
Preparando nuestras Rosquillas
Tiempo aproximado en la realización: 30 minutos en la preparación, 30 minutos en el reposo de la masa
Medidas para: 15/20 piezas
Medidor que usaremos: vaso de un yogur
El aceite
La grasa que se usa para hacer las rosquillas es el aceite de oliva – a ser posible suave –, pero antes hay que quitar su amargor:
Ponemos 1 vaso de aceite en una sartén a temperatura baja, incorporamos la cáscara de 1/2 limón y cuando esta esté dorada, retiramos la satén del fuego, tiramos la cáscara y dejamos que el aceite enfrié. Es muy importante que la temperatura esté baja para no quemar el aceite, porque nos daría mal sabor a las rosquillas.
La masa
En un bol echamos 4 vasos de harina con levadura – la que venden para bizcochos –, 1 cucharadita de semillas de anís y 1 poquito de sal. Continuamos poniendo 1 vaso de azúcar, 4 huevos, 2 cucharadas de ron, la ralladura de 1 limón y el aceite ya frío.
Con las manos limpias, mezclamos bien todos los ingredientes, hasta que la masa no se nos pegue en las manos – si se sigue pegando, se incorpora más harina con levadura –. Cubrimos con un paño el bol y dejamos que repose la masa 30 minutos, en una zona cálida de la cocina y sin corrientes de aire.
Pasado el tiempo de reposo, formamos bastoncitos de unos 10 centímetros de largo, y unimos por los extremos formando un círculo, juntamos 2 círculos y apretamos ligeramente para que se unan.
La fritura
En una sartén honda, calentamos abundante aceite de oliva a temperatura media, con la otra mitad de la corteza del limón. Cuando la corteza está dorada, es el momento de sacarla e incorporar las rosquillas – abriendo bien el agujero central para que no se cierre cuando se frían –, que las freiremos unos 40 segundos por cada lado – si se doran mucho, se baja el fuego –.
Cuando estén fritas, se pasan a un plato con papel absorbente para que eliminen el exceso de grasa, e inmediatamente se rebozan por azúcar, para que el calor ayude a que se impregnen bien.
¡¡Ya están listas tus rosquillas!! Cuando enfríen las puedes guardar en una lata y te durarán semanas, si no se las comen antes los “ratones” que entren a tu cocina…
“Deditos”
Esta es una versión más sutil que se hace con la misma masa:
Se forman tiras de masa, se cortan a unos 2 centímetros, se fríen y se terminan rebozando en azúcar como las rosquillas. ¡¡Deliciosos bocados1!!
Etiquetado: dulces, postres, rosquillas
Riquísimas. Me recuerdan a las que hace mi madre con anís dulce en lugar de ron y también son espectaculares.
Hola Maite.
Si sustituyes el ron por Marie Brizard o cualquier otro licor de anís, serán “casi” fieles a las de tu madre.